¿Se puede prevenir el dolor crónico?


Nuestro enfoque para el manejo del dolor depende en gran medida de lo que está causando el dolor. Cuando es un subproducto de una condición de salud en curso, nuestro enfoque es encontrar una buena estrategia de manejo del dolor para mantener las molestias al mínimo. Pero cuando tiene sus raíces en un evento o lesión aislada, podemos enfocarnos no solo en el tratamiento, sino también en la prevención del dolor crónico. En situaciones como esta, vale la pena preguntarse: ¿podemos evitar que el dolor agudo se vuelva crónico?

La respuesta no es simple: el dolor es complejo y único para cada individuo, pero hay algunas cosas que puede hacer para evitar que el dolor se afiance a largo plazo. Y, al igual que otras enfermedades crónicas como la diabetes y los infartos, una de las claves para la prevención es comprender el riesgo.

Ciertos eventos han sido identificados como de alto riesgo para desarrollar dolor crónico.

  • cirugías Aunque la mayoría de las cirugías son dolorosas, algunas están particularmente asociadas con el desarrollo de dolor crónico: mastectomías, toracotomías (apertura del tórax), reemplazos de articulaciones, amputaciones y cirugías de columna como laminectomías y fusiones. Con cada uno de estos diferentes tipos de cirugías, es común experimentar dolor nervioso persistente relacionado con la operación. Hay estudios en curso que buscan formas de bloquear la irritación excesiva de los nervios durante estas cirugías, incluido el inicio de medicamentos contra el dolor neuropático, como pregabalina, gabapentina y venlafaxina antes de la cirugía. Si tiene un procedimiento programado, hable con su cirujano con anticipación para ver si esto sería apropiado para su situación.
  • Trauma agudo. El trauma agudo, como los accidentes automovilísticos o las lesiones por caídas, conlleva un riesgo elevado de dolor crónico. Según mi experiencia, suele haber múltiples razones para ello, relacionadas tanto con factores físicos como psicológicos. Las lesiones de alto impacto por eventos como caerse de una escalera o ser chocado por detrás en la autopista causan una sacudida significativa en las articulaciones, ligamentos, tendones y nervios del cuerpo, provocando una reacción en cadena que deja el sistema musculoesquelético sobretensado y el sistema nervioso sobre-activado de una manera tan intensa que puede que no se detenga. La respuesta emocional a la lesión solo sirve para amplificar aún más esta respuesta. En mi práctica, los expertos en salud conductual a menudo trabajan con pacientes para tratar la ansiedad e incluso el PTSD, que a menudo se asocia con lesiones traumáticas. La reducción de los síntomas de angustia inmediatamente después de una lesión puede desempeñar un papel clave en la promoción de una recuperación más rápida y la disminución de las posibilidades de progresar hacia el dolor crónico.
  • Lumbalgia. A diferencia de otras lesiones agudas, como un esguince de tobillo, donde el descanso es una parte necesaria del proceso de recuperación, las lesiones de la parte baja de la espalda no se curan tan bien con el reposo prolongado en cama. La recuperación es más rápida cuando los movimientos apropiados y el regreso a las actividades diarias típicas se inician temprano después de una lesión en la espalda. Para obtener orientación adicional sobre ejercicios y actividades seguras, considere trabajar con un especialista en movimiento, como un fisioterapeuta, un quiropráctico o un instructor de pilates, hasta que se sienta cómodo haciendo las cosas por su cuenta.

Estudios anteriores sugieren que los patrones de creencias también juegan un papel en el desarrollo del dolor crónico. Por ejemplo, catastrofizar, cuando pensamos lo peor de una situación determinada, puede generar sentimientos de ansiedad, depresión, miedo y desesperanza. El catastrofismo es un factor de riesgo conocido para desarrollar dolor crónico, mientras que sentirse más optimista parece estar asociado con mejoras en la salud y el bienestar. Una teoría sobre cómo puede desarrollarse el dolor crónico se conoce como evitación del miedo, donde el dolor o incluso la anticipación del dolor crea tanto miedo a sufrir más lesiones que la persona comienza a cerrarse y evita ciertos movimientos. Se cree que estos cambios de comportamiento provocados por altos niveles de miedo aumentan la probabilidad de desarrollar un dolor más generalizado y duradero. Una forma en que ayudo a mis pacientes a cambiar las percepciones poco saludables es abordar las cosas de manera muy lenta y deliberada. Cada pequeño logro en el camino genera confianza, y cuanto más confianza se genera, más fácil es eliminar los sentimientos negativos como el miedo y la ansiedad que se interponen en el camino de la recuperación.

Con tantos factores diferentes que contribuyen al dolor crónico, nuestro enfoque de prevención debe ser multidimensional: mejor educación, los medicamentos adecuados, ejercicio y fisioterapia, asesoramiento e incluso una buena nutrición. Si experimenta un dolor agudo, hable con su médico acerca de cómo podría aprovechar estas herramientas para evitar que su dolor se convierta en un problema crónico.